jueves, 2 de junio de 2016

#50AñosDeRockArgentino - Diez discos

1 - Almafuerte - A Fondo Blanco (1999)
¿El mejor disco de Almafuerte? De entrada, Iorio te dice que va a visitar al gaucho Augusto Romero, en Entre Ríos, y te marca la cancha: metal pesado de tierra adentro que incluye algunos de los más grandes clásicos de la banda (“A vos amigo”, “Convide rutero”, “El visitante”). La declaración de principios de “Aguante Bonavena” se sigue destacando en los recitales del grupo. El público lo canta a los gritos, Iorio se golpea el pecho. Sí, el mejor disco de Almafuerte.


2 - Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota - Luzbelito (1996)
La idea era hacer un compilado de inéditos para la monada, pero pintó otra. Tras el aguerrido y crudo doble Lobo suelto, cordero atado, los Redondos tenían todo listo para cumplir el sueño del ricotero extremo que empezaba a gestarse por esos años y que todavía hoy anhela descubrir esas grabaciones, ver los famosos videos y presenciar la reunión multitudinaria. Iba a ser un álbum que resumiera shows en lugares pequeños repletos de humedad, entre monólogos, mujeres desnudas y vanguardia artística. Pero el espíritu inquieto de Patricio Rey todavía estaba vivo en 1996, así que a Solari se le chifló el moño y decidió edificar una historia infernal sobre el diablo Luzbelito, que pierde con Dios. A la mierda con las grabaciones vendehumo, dale para adelante con el mejor disco de la banda.

Rock oscuro, de guitarras profundas e influencias variadas, Luzbelito se alimenta de distintas etapas del grupo para formar algo único.

Fragmento de un texto publicado originalmente en Los 109 discos del rock argentino de La Música es del Aire. 


3 - Los Visitantes - Maderita (1996)
Maderita es uno de los trabajos de culto de la década del 90. Disco alegre, hippie, biblia hipster, plagado de hits de trinchera ("Estaré", "Bi bap um dera", "Tapa de los sesos", "Sapo sapo") que sirvieron para musicalizar desde un bar progre de los años previos a Acá Sí Que No Se Coge hasta Videomatch. Rock, candombe, reggae, aires tangueros: Los Visitantes tenían tanto para dar que todavía no terminaron de impactar del todo.

Fragmento de un texto publicado originalmente en Los 109 discos del rock argentino de La Música es del Aire


4 - Luca Prodan - Time Fate Love (1996)
Y entonces te das cuenta de que “Mañana en el Abasto” no era sólo el resultado de la adaptación de Luca a Buenos Aires, sino la salida del closet de una faceta de cantautor sensible que en Sumo estaba casi escondida. Sólo los que tenían el casete de Corpiños en la madrugada habían percibido (en “Warm Mist”) una pizca del Prodan melancólico.

Time Fate Love, compilado de grabaciones caseras hechas por Luca, Germán Daffunchio, Alejandro Sokol y Stephanie Nuttal en Córdoba en 1981, es un lado B tan impactante que se convierte en la cara principal del mito. Sin dudas, Luca estaba más cerca del tipo que cantaba “engañen a la muerte y consigan una mujer” que del agreta que bardeaba conchetos del barrio porteño de Belgrano.


5 - Charly García - Parte de la religión (1987)
Qué difícil ser Charly García y tener que grabar un disco después de haber pegado una seguidilla histórica como Yendo de la cama al living, Clics Modernos y Piano Bar. ¿Qué hay que hacer en esos casos? Pues no bajar el nivel, claro.

En Parte de la religión, García suena rockero y pop, guitarrero y etéreo. Flashea con espejos y habla del Raid. Canta mejor que nunca, se pone a zapar con los Paralamas, da su versión del proyecto trunco con Spinetta y chorea sin problemas para cerrar el disco de manera brillante en “La ruta del tentempié”.


6 - Luis Alberto Spinetta - Un mañana (2008)
Canciones que podrían servir para musicalizar el noticiero. O Spinetta maduro, mínimo y genial en el último disco de su carrera. Rodeado de músicos jóvenes, virtuosos y con mugre encima, el Flaco eleva su propia vara, supera a Pan y entrega el mejor disco desde el doble de 1997 con los Socios del Desierto.

“Tu vuelo al fin”, “Mi elemento”, “Hiedra al sol” y “La mendiga” son apenas cuatro que sobresalen. En realidad, todas las canciones están a la altura de la leyenda.


7 - María Gabriela Epumer - Perfume (2000)
La pregunta es qué hubiese pasado con María Gabriela Epumer si no hubiera fallecido. ¿Sería, como Juana Molina o Aristimuño, una cantautora pop elogiada de manera unánime? Este disco permite pensar que sí.

Rodeada de pesos pesados (Garcia, Páez, Fripp), Epumer entrega un disco que no necesitaba invitados. La primera canción ya alcanza para comprobarlo. María Gabriela canta de manera intensa, como si mirara a los ojos al deseo.


8 - La Mississippi - Bagayo (1995)
Buenos Aires siempre fue blusera, pero durante el menemismo vivió un boom. Casi todos los referentes del género llegaron a la ciudad para tocar en vivo. Era lógico que en ese contexto se publicaran grandes álbumes, deudores del blues original y de la rama porteña de Manal, Pappo y Memphis. La Mississippi es la cuarta pata de la mesa. Este es su trabajo más celebrado.


9 - Pez - Hoy (2006)
El grupo venía de un disco demencial como Folklore (2004) y de un doble en vivo eléctrico e intenso. La carrera de Pez enseñó que cada trabajo funciona como oposición al anterior. Era de esperar un álbum acústico.

Hoy tiene letras de Fabián Casas que remiten a su libro Los Lemmings y encuentra a Pez en formación de cuarteto relajado. “Bettie al desierto”, “Toda la mañana”, “Difícil de conseguir” y “El viaje” son algunas de las canciones destacadas de un disco que volvió a sonar en vivo con frecuencia en la etapa 2016 de la banda, que transita por un camino similar.



10 - Litto Nebbia - Melopea (1974)
“La ventana sin cancel” dura menos de dos minutos, abre un disco de corte folk jazzrockero, pero, como decía Roberto Arlt, encierra la violencia de un cross a la mandíbula que muchas bandas de punk o metal quisieran transmitir.

Nebbia ya tenía rodaje con el baterista Néstor Astarita y el bajista Jorge González desde el álbum anterior, Muerte en la catedral. En Melopea, Litto musicaliza los poemas de Mirtha Defilpo y da forma a su disco más emblemático. Literalmente, el que engloba a todos los demás con el sello independiente del mismo nombre.

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