viernes, 6 de octubre de 2017

La cultura de la ausencia

Sábado 15 de julio de 2017. Buenos Aires tiene un clima horrendo, feo, como el de un país gobernado por Cambiemos. Llovizna y el viento helado que parte la cara en dos invita a encerrarse. Algo de eso hacen los músicos de Catalinatom en los míticos Estudios Panda. El grupo pampeano se encuentra en la segunda jornada de grabación de su primer material en diez años.

El cantante Juan Ignacio De Pian está en el estudio, frente al micrófono. El guitarrista y productor Mauricio Flores está sentado en la consola junto al ingeniero Néstor Tinaro. Atrás se amontona el resto de la banda: el guitarrista Chelo Porcel, el bajista Willy Viek y el baterista Lucas Manera. La escena es conocida: músicos en el sillón con la cabeza sobre el respaldo. Otros de pie. Con los ojos cerrados o la mirada perdida. Todos cansados. Todos concentrados. Todos escuchando cómo avanza la grabación.

Es la toma dos de voces principales para “Tal mar”, una de las dos canciones que graban en estas sesiones. Luego llegará “Natural”. Juan pide “media toma”, quiere arrancar a cantar a la mitad de la canción para dar más aire a su interpretación. “Dale lo que pide”, se entusiasma Chelo. Mauricio habla con Tinaro y acceden. Antes de la cuarta toma se juntan todos a escuchar para corregir detalles. Juan vuelve al estudio, arranca de nuevo. “Pará, pará, se me escapó un pollo, venía re concentrado”, se queja. Quinta toma. A esta altura, es un lugar común decir que las guitarras son como una ruta asfaltada donde la voz se mueve con comodidad. Es que no hay dudas, este folk rock suena bien.
             
                                           


Catalinatom, banda de Santa Rosa, se formó en el año 2000. En 2007 apareció Más del barro, el único disco hasta el momento, que está fuera de circulación. No se consigue ni en YouTube. Apenas hay unos temas sueltos dando vueltas por la web. Entre 2009 y 2015 hubo un impasse en el que cada uno de los integrantes se dedicó a otros proyectos. En 2015, Mauricio y Juan, los únicos miembros originales, retomaron el camino. La formación actual es nuevísima, tiene apenas unos meses. En estas canciones flamantes, la temática es la ausencia del Río Atuel en La Pampa por el bloqueo provocado en Mendoza y la desertificación de las tierras como consecuencia. “Después del mar, la sed, después del agua, la sal”, canta Juan, y agrega: “Tal vez llore con lágrimas mi Atuel”.

“La idea es hacer dos canciones. Queríamos grabar en un estudio con todas las cosas que tiene Panda y ver cómo estaba sonando la banda en este nuevo momento después de varios años sin grabar en un estudio importante. Y también para salir a girar un poco por las provincias, tener un material de difusión importante. Venimos laburando para esto hace varios meses, realmente produciendo las canciones que íbamos a hacer acá para aprovechar el tiempo y para que salgan lo mejor posible. Para eso ya teníamos que venir con un concepto más o menos laburado durante un tiempo. Y también es como el primer paso para pensar en hacer un disco con este sonido. Estamos en la búsqueda de un sonido que creo que estamos logrando y está bueno”, dice Juan, en una pausa de la grabación. Mauricio agrega: “Tenemos material para un disco, pero teniendo en cuenta los tiempos de preproducción, calculamos que lo vamos a grabar en julio del año que viene. Y necesitamos un material fresco para esperar ese tiempo, laburar y seguir tocando”.

Juan explica que “Natural” y “Tal mar” tienen “una familiaridad”. “Son dos miradas diferentes de una sola situación -sigue-. ‘Natural’ es un poco el discurso conformista, que hay un montón de cosas que creemos que son naturales o que son porque tienen que ser. A nosotros nos cortaron un río ‘y bueno, es porque nosotros estamos abajo y está bien, porque Mendoza tiene industria vitivinícola hace 300 años y entonces es natural que le corten el agua a La Pampa’. Esa es una mirada de ver las cosas, que es natural, y no solamente en el río sino en muchas cosas más. La naturalización de muchas cosas que no son naturales. Naturalizar los incendios, las sequías, la pobreza. Uno termina viéndolas como normales porque lo ve todo el tiempo o periódicamente”.

El cantante, que también es el letrista y uno de los compositores, ahora habla de “Tal mar”: “Es un poco una respuesta social. La Pampa tiene una densidad poblacional que es muy pequeña en comparación con muchas provincias. Por eso también es considerada Patagonia, porque tiene un montón de características patagónicas: la distancia entre pueblo y pueblo, la densidad poblacional. Y es algo que estudiamos todos, que el río va hacia el mar. Nosotros no tenemos esa posibilidad porque está cortada. Y es un juego de palabras con que la gente es el mar, que tiene que traer el río otra vez. Este mar de gente, esta gente que vive en ese mar, hace que el río vuelva”.

"La Pampa tiene pocos años de ser provincia. Hay muchas identidades que tienen otras provincias, como por ejemplo Salta, que son milenarias. Uno va a la Casona del Molino y ve una historia riquísima a nivel general. La Pampa tiene una historia rica pero no tan vieja ni tan inculcada ni tan difundida, entonces, ¿cuál es la identidad que tiene? Bueno, hubo un grupo de gente, no buscando eso, que empezó a hablar de esta ausencia. Yo la llamo la cultura de la ausencia a esta sensación de que no existe algo. Hubo un grupo de gente, una generación importantísima para la música folclórica de La Pampa, que tomó esta problemática del río como una problemática particular. Además también de tomar lo que es la imagen del oeste pampeano, en vez del este pampeano, la parte de Buenos Aires, como nuestro paisaje, como nuestra identidad”, continúa Juan. Cuenta que el oeste pampeano “es hermoso”: “Son todas plantas pequeñas, no tienen mucho desarrollo, salvo algunos caldenes, algunos chañares. Es todo con mucho viento, mucho sol. Mucha cultura del chivo, de la guitarra. Mucho cielo, el oeste tiene mucho cielo. Y las noches creo que son únicas. Las noches de La Pampa, en su inmensidad, son algo raro de ver. Y cuando uno la ve en el campo está muy bueno, es muy lindo”.

Después de meter las voces principales, es hora de doblar y hacer coros. Willy aporta una sentida segunda voz en “Tal mar” y es un placer escuchar cómo todo de a poco se construye. Lo que fue una poesía musicalizada, se armó en una sala de ensayo y pasó a un estudio. Prueba y error hasta llegar al objetivo. Ahora, las canciones sólo están a un clic de distancia.

                  

Artículo publicado en la revista Rock Salta 23, de septiembre de 2017.

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